Estamos todos angustiados, esa es la verdad. Lo hablo con mi amiga Piru que dice que lo “único que queda es compartir momentos de alegría”. Lo hablo con mi amiga Nicky que dice que ahora no puede hacer foco en muchas cosas y que el fin de semana no tenía fuerzas. “Al contexto del país se suma todo lo que está pasando en el mundo”.
Y la verdad es que lo que pasa en el mundo duele. Le digo a Piru que siento angustia y ella me dice que “en estos días no hay de dónde agarrarse a nivel internacional y nacional”, porque el próximo domingo 22 de octubre -además del conflicto mundial- para los argentinos se agrega algo más: son las elecciones presidenciales. ¿De dónde se agarra uno cuando lo que pasa cerca y lejos duele tanto? Piru me recomienda bajar el consumo de noticias. Y yo le digo que sí, que tiene toda la razón.
¿De dónde se agarra uno cuando lo que pasa cerca y lejos duele tanto?

«La humanidad falló»
Es que hace una semana voy de un diario al otro con una ansiedad que no me hace bien. Leo noticias, leo todo lo que puedo. Trato de estar informada. Intentó tener más noción del conflicto o de todos los conflictos. Me cruzo de reojo con una publicación de Instagram que dice que «la humanidad falló». Y es verdad, pienso, la humanidad falló.
Guerras y muertos, miles de muertos. Versiones cruzadas, enemistades de larga data y, entre todo eso, inocentes que no pudieron elegir. Nadie elegiría estar ahí donde hoy están todos ellos. Miro el mapa, busco dónde está Israel. Palestina no aparece en Google Maps. Miró dónde queda la Franja de Gaza. Hablo con amigos. Después leo una frase del poeta Federico García Lorca del sitio @literlandweb: “La tierra es el probable paraíso perdido”.
Privilegiados
Es martes 17 de octubre y estamos por irnos a dormir. Le digo a Raffa que somos demasiado afortunados, que estamos a salvo. No nos están bombardeando, ni tenemos que escapar de una guerra que no elegimos pelear. No nos van a secuestrar, ni van a irrumpir en una fiesta para matarnos. Estamos vivos y somos privilegiados. Pero, ¿y si la situación fuera distinta? ¿qué pasaría? ¿qué sería de nuestras vidas si tuviéramos que escapar? La verdad es que en estos días no tengo respuestas a nada. Lo que sé que es estamos todos angustiados porque la humanidad duele demasiado.
«La verdad es que en estos días no tengo respuestas a nada. Lo que sé que es estamos todos angustiados porque la humanidad duele demasiado»
En mi scroll de noticias en búsqueda de algo que se parezca a un grito de paz, veo una foto de un artículo de El País. “Un herido trasladado desde el hospital Al-Ahli yace en el suelo del hospital Al-Shifa”.
La foto es cruel. El herido es un chico joven y hay sangre en su cuerpo y en los azulejos blancos del lugar en el que yace tirado en el suelo. Su rostro habla del infierno en carne propia, de un sufrimiento que nadie entiende más que él y los otros que están ahí. Detrás aparece la mirada de un niño que podría ser tranquilamente mi sobrino.

A mí se me hiela la sangre de solo verlo. Se me hiela la sangre de ver lo que estoy viendo en los últimos días. No puedo concebir en mi cabeza nada lo que está pasando. Y entonces la angustia llega como una punzada que me atraviesa el estómago y me deja sin saber bien qué decir, ni qué pensar. Estamos todos angustiados, esa es la verdad.
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