Narratinta

Escritura & Periodismo

Italia, la comida y la abuela

En el último tiempo sueño con mi abuela. Sobre todo, desde que estoy en Italia. No sé exactamente cómo explicarlo, pero a veces, también la veo. Veo a mi abuela reflejada en otras señoras. La veo sentada en un bar tomando algo, la veo en la calle, haciendo alguna compra. La veo de espaldas y también de perfil. La veo con el ceño fruncido y con una sonrisa. Y entonces la siento.

Hay lugares que tienen la capacidad de conectarnos con las personas, de trasladarnos en el tiempo y de acercarnos a los que ya no están. A veces lo pienso y no sé si es la energía. Tal vez sea Italia que me conecta un poco a ella. O quizás, también, la comida.

Los canelones de ricota y verdura, los ñoquis, los tallarines al pesto, los dos pesos que dejábamos debajo de los platos los 29 de cada mes, porque en Argentina –decían– traía suerte. Los pastelitos de verdura y el flan casero. Las tortas de manzana, los licuados de banana, los panqueques con dulce de leche y los mates.

Francesco, de Tropea

La abuela era hija de Francesco, un italiano nacido en Tropea, Catanzaro. De él solo conservo una foto y un viejo documento. La mirada congelada en el tiempo, un bigote tupido, una imagen sepia. A veces los ojos pueden decir tanto y otras veces pueden no decir nada.

Miro la foto y me concentro en los gestos de su cara. La comisura de los labios, la nariz, las cejas finitas un poco encorvadas. Hay algo en su mirada que me hace pensar. ¿Estaría enojado, sería feliz, cómo sería su vida si en cambio, se hubiese quedado en Italia, si en cambio, no se hubiese ido?

¿Estaría enojado, sería feliz, cómo sería su vida si en cambio, se hubiese quedado en Italia, si en cambio, no se hubiese ido?

No sé mucho de mi bisabuelo. Sé lo que pude reconstruir buscando y otras cosas que me contaron. Que era hijo de Giuseppa Bonforte y Raffaele Orfano, que se casó con Cayetana Gentile y que no nació el 8 de enero de 1885, como dicen los documentos argentinos, sino el 11 de enero de 1882. También que no era una persona dócil y que por su carácter y decisiones terminó aislado al final de su vida. Pero esa es ya otra historia.

Los canelones de ricota y verdura, los ñoquis, los tallarines al pesto, los dos pesos que dejábamos debajo de los platos los 29 de cada mes.
Los canelones de ricota y verdura, los ñoquis, los tallarines al pesto, los dos pesos que dejábamos debajo de los platos los 29 de cada mes.

Sueños y conexiones

La historia ahora es de sueños y conexiones. La abuela que últimamente aparece para decir, de alguna manera, que ella también está acá conmigo. Hace algunos días soñé que íbamos a su casa y estábamos en el patio. Creo que era verano, porque llevaba puesta una remera celeste holgada y nos llamaba a sentarnos a la mesa. Otro día la soñé cuando volvía de hacer las compras.

En algunos de mis sueños la abrazo porque no quiero que se vaya. A veces me doy cuenta que estoy soñando y no me quiero despertar. Quiero quedarme con ella un ratito más. Le digo que la quiero, de la misma forma que se lo decía cuando hablábamos y nos despedíamos. Algunas tardes o noches sonaba el teléfono de casa y si no llegábamos a atender, nos dejaba un mensaje en el contestador. Decía que ella se quedaba tranquila si nosotros estábamos bien.

Quizás esto de soñar con la abuela sea una despedida o algo más. Quizás sea la energía o la comida. Tal vez es Italia que de alguna forma nos conecta.

mfgagliardi

Soy periodista argentina nacida en Buenos Aires y vivo desde 2019 en Modena, Italia. Acá escribo de todo, libre y sin tapujos.

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