La heladería china, Madrid y los acantilados

Me despierto y miro el reloj. Son las 6.29 y pienso que por suerte ya no estoy ahí, en el local abandonado entre las moscas y cucarachas. Y siento alivio de no estarlo. Me dan miedo los bichos voladores. Todavía con los ojos medio entreabiertos a punto de volver a dormir pienso en qué dicen los sueños. Qué extraño significado tendrán.