
Sueños (casi) reales y distancias

El sueño es tan real que me turba. Estoy frente a un espejo. Mi papá, por algún motivo, está a mi lado. Le digo que la dentista me recomendó usar aparatos para que los dientes no se tuerzan. Y de repente, ni bien me saco los aparatos, se me cae un diente entero. Se me sale desde la raíz. Lo puedo ver como una especie de molde completo y a la vez perfecto mientras siento la desesperación bruta por lo que acaba de pasar.
Lo miro y digo «y ahora qué hago» mientras pienso que el arreglo que me va a salir carísimo, porque en Italia se paga en euros. Después me acuerdo de mi dentista argentino, Jorge y pienso en viajar a Buenos Aires. Veo el molde otra vez y es perfecto. Intento ponerlo en su lugar, porque me quedó un espacio vacío. Lo llevo de nuevo a la boca, al mismo lugar de donde se salió, pero el diente se cae igual. Ya no entra ahí.
Me despierto alterada, como si de verdad acabara de suceder, pero el diente sigue en su lugar. Escucho algunos autos pasar y me percato de que todavía no hay luz. Imagino, muy equivocadamente, que ya son las 6 de la mañana y celebro que no tuve que usar despertador, pero miro la hora en el celular y son las 3:30 de la madrugada. Afuera, por un instante, no se oyen ruidos: hay un silencio profundo, llano, como si no existiera nada.
Busco el significado en Google: soñar con la caída de un diente, ¿qué quiere decir? Y dice que soñar con la caída de un diente está relacionado con algún problema de autoestima o inseguridad. ¿Será la inseguridad a que ya no me quieran por haberme ido de Argentina, por estar lejos? Últimamente pienso mucho en cómo sería mi vida si me hubiese quedado en Buenos Aires. ¿Sería feliz ahí, qué estaría haciendo ahora?
Me lo pregunto a mí misma mientras lucho contra la distancia, la renuncia y la culpa. Hay una frase de Elizabeth Gilbert que dice esto: “Lo que está destinado a irse se irá de todos modos. Lo que tenga que quedarse, seguirá siendo. Demasiado esfuerzo nunca es buena señal, demasiado esfuerzo es signo de conflicto con el universo”.
Supongo que tengo que aceptar mis renuncias y las de los demás. Las distancias. Los vínculos que ya no son más como lo eran antes. A veces pienso que ser inmigrante es un viaje con muchas subidas y sobre todo, muchas bajadas. Quizás mi inseguridad y mis sueños vengan por ahí.
En menos de dos horas el ruido de los autos se volverá continuo y la luz dará inicio al día. Pero para eso todavía falta. Ahora son las cuatro de la madrugada, no sé si dormir o despertarme, pero al menos pienso que todos los dientes están en su lugar.
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