
Dicen que la sangre siempre tira. Yo no sé exactamente cuándo empezó la búsqueda. Sé, en cambio, que todo empezó con preguntas, como empiezan casi todas las búsquedas. Y entonces hice lo que mejor sé hacer desde que tengo uso de razón, preguntar todo lo que no sabía.
Pregunté para entender, por simple curiosidad y porque tenía la necesidad de saber más. Pregunté para buscar una parte de la historia que nadie sabía. Porque para entender quiénes somos, a veces tenemos que entender de dónde venimos.
Y después de mucho preguntar, de pasar días y meses mandando mails, haciendo llamados hasta el cansancio y hablando con toda persona que pudiese ayudarme con algo información, esperanzándome y desesperanzándome en cada paso de la búsqueda, me convencí a mí misma de que si había algo me había llamado -porque la sangre siempre tira- no podía abandonar lo que ya se había iniciado.
Ahora sé que mi viaje no empezó exactamente el 27 de agosto cuando me subí al avión con destino a Italia y me despedí de una parte de mi vida con los ojos llenos de lagrimas entre incertidumbre y felicidad, ni se va a terminar cuando encuentre lo que estoy buscando.
Porque hay viajes que no empiezan el día de un vuelo y se inician en realidad mucho antes y a veces sin saberlo. Porque hay viajes que nos encuentran un poco desprevenidos y nos conectan con algo que estaba dormido. Porque hay viajes que nos sorprenden con personas y momentos que nos transforman. Porque hay viajes que nos hacen querer buscar más. Dicen que la sangre siempre tira. Y creo que es verdad.
Leer también: Seis minutos (o más) de turbulencias y el miedo a volar